Noticia aparecida en el diario Crónica de un Pueblo, el 9 de noviembre de 2017. A modo de entrevista se presenta la biografía de este catedrático, D. José Cutanda y Perales, cuya faceta de geólogo interesa especialmente a este blog.
Autor de diversos trabajos científicos (de índole estratigráfico), su principal labor profesional fue la docencia (¡durante 50 años!) en el IES Vegas Bajas, de Montijo, del que fue su primer director. En dicho centro educativo permaneció hasta su jubilación.
De estudiar en el idioma valenciano hasta los 8 años en Sueca, a Madrid para licenciarse en 1965 en Ciencias Geológicas.
Tras truncarse “su aventura americana”, llega a Montijo en 1968, donde el cultivo del arroz había atraído a su familia en 1952.
Defensor del “don y el usted” como tratamiento de respeto educativo, pertenece a la primera generación docente del INEM Vegas Bajas, del que es nombrado primer director, al segregarse del Instituto de Mérida en 1970.
En 1976, oposiciones a profesor agregado de Bachillerato y en 1982, acceso a Cátedra de Ciencias Naturales donde permanece hasta su prejubilación en 2002.
Don José Cutanda y sus perales forman parte de nuestro paisaje y paisanaje montijano, no en vano, “este extremeño con nítido acento valenciá”, ha compaginado su etapa docente con la de fruticultor.
¿Puede presentarse?
Nací en Sueca, Valencia. Mi padre, Constancio Cutanda Cuquerella, comerciante y agricultor y mi madre, Josefa Perales Ros. Soy el pequeño de tres hermanos, Celia, Constancio (+) y yo. Estoy casado con Loly, a la que adoro, y tengo dos hijos maravillosos, José Constancio (Coté) y Filo, sus respectivas esposas Leo y Olga, así como, dos nietas preciosas, María y Marta.
Todos mis hermanos eran muy conocidos en la Vegas Bajas porque vinieron en 1952 a la zona de Guadiana del Caudillo, donde arrendaron tierras en el Condado, con el objetivo de cultivar arroz. Constancio vivió en la calle Concepción Arenal. Como consecuencia de las malas cosechas y de la bajada de los precios del arroz que cultivaban, regresaron a su tierra, Sueca, y a partir de ahí se inicia mi llegada a Montijo.
¿Dónde estudia?
Mi formación se inició en mi población natal hasta los 8 años en la escuela pública, en el idioma valenciano. Como era un poco travieso mis padres decidieron llevarme a un internado a Valencia, donde poder estudiar y formarme como persona. Allí en el colegio de los Salesianos de la calle Sagunto, inicié el curso de ingreso, los 4 de bachillerato elemental y la reválida de cuarto. Los cursos 5º y 6º con su correspondiente reválida y por último el curso Preuniversitario para poder acceder a a los estudios universitarios. Todo ello en la rama de Ciencias.
¿Cómo pasa esta etapa de internado?
En los Salesianos , además de aprovechar bien los estudios, hice muy buenas amistades con compañeros de distintas localidades de la provincia. Teníamos cine los domingos, jugábamos al frontón a mano...Destaqué en carreras de patines. Desde 4º hasta que salí del colegio gané los campeonatos de ajedrez compitiendo con los cursos superiores. El futbol era el deporte rey en el colegio. Formé como extremo izquierdo de la selección del colegio en la liga Germanor, con el resto de colegios de la capital (jesuitas, escolapios, maristas, marianistas...) llegando a ser campeones con la Selección Juvenil. Llegué a meter un gol a Pesudo, de los maristas, el que luego llegó a ser portero del Valencia y del Barcelona.
¿Cómo fue su etapa juvenil?
Durante la juventud suele presentarse una crisis importante y a mí me tocó recién terminado el bachillerato. Quería dejar los estudios y ayudar a mi familia en el campo. Así que mi padre que estaba, como dije, cultivando arroz en el cruce de la carretera de Guadiana, me dijo que no había inconveniente alguno. Me puse a trabajar, con 18 años, a finales de septiembre en la secadora del arroz, donde tenía que palearlo a las tolvas para pasar por las bandejas, donde con el calor producido por quemadores de fuel-oíl, se secaba hasta los 14º de humedad y se recogía seco por otra zona. Era el turno de noche, con un polvillo que sueltan los granos de arroz, que picaba como los mosquitos. Os podéis imaginar. Así que dije: me quedan solo unos días para poder matricularme en la Complutense. Dicho y hecho. A Madrid, junto con unos compañeros de bachiller.
¿Cuándo pisa por primera vez Montijo?
Durante mi época de estudiante de bachillerato ya tuve ocasión de venir a Montijo durante parte de mis vacaciones. Era un sueño atravesar toda España de Este a Oeste y ver estas tierras con una gran vegetación. Creía que Extremadura sería una tierra árida (extrema y dura) con un clima insoportable. Nada más lejos de lo imaginado. Encontré parcelas enormes con diversidad de cultivos, agua a raudales por los canales, que se podía beber y bañarse en ellos. ¡Eran los años 50!
Su paso por la universidad.
Era el año 1958 y en Valencia no había la especialidad que quería hacer. Así que, para estudiar en la Complutense, mis compañeros y yo cogimos una Residencia de estudiantes recomendada por el director de los Salesianos de Valencia D. Faustino Díaz, ( Personaje real que sale en la novela El Tranvía de la Malvarrosa, de Manuel Vicent), justo al lado de la Ciudad Universitaria. Me matriculé en el curso selectivo de Ciencias, indispensable para poder cursar, posteriormente, cualquier carrera científica (Bio-Geo. Física, Química-Medicina, Esc. Técnicos). Al siguiente cursó, alterné con el de Iniciación, en la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos.
Fueron años maravillosos como estudiante. Aprovechando los estudios. Saliendo muchos fines de semana al campo para realizar estudios geológicos sobre el terreno. Se estudiaba mucho pero, también, había tiempo para ver algún domingo al Real Madrid, en el Bernabéu o al Atlético, en el Metropolitano. También íbamos a espectáculos (formando parte de la clack) como la ópera, conciertos... Y participábamos en alguna huelga universitaria con “los grises” echándonos chorros de agua para dispersarnos.
Sigo viniendo a Montijo. Al principio en tren, en tercera, pues la cosa no estaba para muchos gastos. Luego venía con una Vespa, pues me encantaban las motocicletas. Y, posteriormente, ya en los últimos años de la carrera, venía con un Seat 600 de segunda o cuarta mano, pero que funcionaba , aunque había que llevar una garrafa de agua para añadir al radiador cuando se calentaba.
¿Algún recuerdo histórico?
Recuerdo, en 1959, haber ido a la zona de la Moncloa para ver pasar la comitiva de Franco durante una visita que hizo al país Eisenhower, presidente de los Estados Unidos desde 1953 al 1961. Histórica visita del “artífice de la paz” por la que se reconocía el fin del aislamiento de España.
¿Cuándo termina su licenciatura?
Terminé la licenciatura en C. Geológicas y presenté la Tesis en 1965 con la calificación de sobresaliente. La tesis trataba de Terciario Continental de Villaseca de Henares (Guadalajara) que posteriormente, se publicó en Cuadernos de Geología Económica Vol.I pág 233 a 266 con 9 figuras y un mapa a escala 1:25.000.
No termina aquí mi estancia en la Facultad pues me matriculé en el primer curso de Doctorado en Geología Económica, en el año 1965. Al tiempo que consigo una beca del PIO y me contrata el Instituto de Geología Económica del CSIC en el departamento de Estratigrafía para realizar dentro del Plan de Desarrollo de la provincia de Albacete, el estudio Hidrogeológico de la provincia en la zona de Balazote.
En esta época me enamoro de Loly, hoy mi mujer, que trabajaba en el departamento de Estratigrafía de la Facultad de Ciencias Geológicas en Madrid.
Termino bien el primer curso y me matriculo para el 2º, que finalizo con buen aprovechamiento.
¿Puedo preguntarle por su aventura americana?
Es en esta etapa cuando se produce un cambio en mi vida. El catedrático de Estratigrafía me propone una beca para ir a EEUU para especializarme en Micropaleontología, en la rama para estudiar microfósiles relacionados con los yacimientos petrolíferos. Todo ello bajo la dirección del famoso micro- paleontólogo Don Guillermo Colom, especialista residente en Mallorca.
Nos encontramos en el último trimestre de 1967. Ya dispuesto para la aventura americana. A mi padre lo operan de un cáncer de pulmón, aguantó un par de años muy mal y presagiábamos un fin rápido que ocurrió en meses. Así que, adiós a Estados Unidos.
¿De nuevo en Montijo?
Al tiempo me comunican mis hermanos que se iba a inaugurar en enero de 1968 un instituto en Montijo (Sección del Santa Eulalia de Mérida).
Tenía novia y había que intentar casarnos en vida de mi padre y ayudar en el campo. Vine a Montijo y hablé con Don Ricardo Carapeto en Badajoz y me mandó al Instituto de Mérida, donde solicité plaza como profesor de C.Naturales. Me la concedieron, me casé el 27 de diciembre y el 7 de enero se iniciaron las clases.
Aquí se inicia mi nueva etapa en Montijo, donde permanezco ininterrumpidamente desde hace 50 años. Así que, coinciden mis bodas de oro estas navidades, con las del instituto.
¿Cómo fueron los inicios del Instituto?
Primero como Sección Delegada del Instituto de Enseñanza Media de Mérida.
Se inicia el curso el 7 de enero de 1968. Durante el primer trimestre no hubo clases pues se estaba acondicionando el centro, las aulas, pizarras, pupitres...
Sólo impartíamos hasta 4º y reválida. Estoy contratado como profesor Adjunto Interino de Ciencias Naturales. Lo mismo durante el curso 68/69. No había director. Dependíamos de Mérida y la figura con más mando en el centro era el Delegado jefe de estudios, que fue Don Juan Bargalló Carreté, catedrático de francés, durante un año. Al segundo año, curso 68/69 me nombraron jefe de estudios.
El centro era mixto pero todavía se separaban en el recreo las chicas de los chicos y se llevaba uniforme.
En el curso 69/70 pasa a ser Instituto Nacional de Enseñanza Medida
En Orden Ministerial de 12 de agosto de 1969 me nombran primer director del INEM de Montijo y comparecí en el Rectorado de la Universidad de Sevilla para tomar posesión ante el rector Don José Antonio Calderón, el día 1 de septiembre.
He de destacar a los compañeros que fuimos “socios fundadores” del centro: María Arrobas Vila, Adelaida Rodríguez Maqueda., Trinidad Sánchez Pinilla, Manuel Pérez Cirión, Manuel Sánchez González, Pedro Gragera Gómez, Manuel Grillo... entre otros.
Sigo años de Profesor Adjunto Interino de C.Naturales, primero director, luego jefe de estudios y secretario. Y, jefe de Seminario con compañeros extraordinarios como Sabina Gómez Quintana, durante casi toda mi vida docente. También con Francisco José Carrillo y Obdulia Bautista Pinilla. En los últimos años, antes de la jubilación también con Luís Sanabria. Todos muy unidos, formando un gran equipo.
¿Cuándo aprueba las oposiciones?
En 1976 me presento en Madrid a las oposiciones de Profesor Agregado de Bachillerato consiguiendo la plaza de nuestro instituto.
Ya sin cargos directivos y sólo como jefe de departamento de Biología y Geología hasta 1982, cuando solicité y conseguí el acceso a la cátedra de Ciencias Naturales del INB Mixto de Montijo, donde continué con mi labor docente hasta el momento de mi prejubilación en 2002, con una despedida en Montijo. Se celebró con la quema de un falla en el patio que organizaron mis compañeros de C.N. y, en los recién estrenados locales del módulo de panadería, hicimos dos enormes paellas para todo el profesorado y personal no docente. Y con un homenaje en el Zurbarán de Badajoz con la presencia de 52 profesores compañeros y unos 20 acompañantes y familiares. Homenaje que no olvidaré en la vida.
¿Cómo vive su etapa de jubilado?
Sigo en este pueblo como un montijano más. Conservo todas las buenas amistades adquiridas a lo largo de tanto tiempo. Continúo atendiendo mi otro hobby, las plantaciones de frutales, que no he abandonado desde que inicié mi estancia en Montijo. Disfruto de la familia, esposa, hijos y nietos.
Vuelvo a mi patria chica los veranos puesto que “nací en el Mediterráneo”. Pero siempre regreso a la Plaza de Piñero para disfrutar del otoño, invierno y parte de la primavera.
Han sido 17 años de mi vida en Valencia, 10 en Madrid y 50 en Montijo. ¡Y los que me queden¡
Vine de Levante, de la Ribera Baja, entre el Júcar y la Albufera que asoma al mar límpido.
Del arroz a otro arrozal, pero este en poniente, de ocasos de fuego, de antiguos secanos en regadíos transformados.
¿Cambié pues? ¡No! solo he sustituido el puente metálico sobre el Júcar o el monumento al maestro Serrano a la Casa del Navegante de Montijo, la playa valenciana por las presas y embalses extremeños y la paella por las chacinas de Extremadura.
El resultado ha sido un extremeño con nítido acento “valenciá”.
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