

Alejandro dedicó los últimos años de su
vida a vivificar la memoria de su padre, tan denostada y olvidada por
haber pertenecido al bando de los perdedores de la Guerra Civil. Esa fue
una de las razones que le trajo a Logrosán.
Su hijo, Alejandro Sos Paradinas completó una dilatada y exitosa vida profesional como
neurocirujano en EE.UU., culminando también un último deseo: el que el nombre de su padre sea reconocido como se merece en España.
Los que tuvimos la suerte de conocerlo no olvidaremos su convicción por recuperar la memoria de su afamado padre, y siempre tendremos ese recuerdo de enorme cariño por Extremadura, esta tierra en la que pasó algunois años de su infancia y a la que, siempre que podía, retornaba.