lunes, 6 de febrero de 2012

Noticia sobre "La vida minera de Aldea Moret": El Periódico (20/04/2010).

Sergio Lorenzo publicó en el diario Hoy, el 22 de abril de 2010, una reseña sobre la presentación del libro "La vida minera en Aldea Moret", que transcribo como complemento a un post que hice en su día sobre esta edición tan escasamente divulgada.

Este libro pretende dignificar la historia del barrio de Aldea Moret, que necesita saber que tiene un pasado importante, en donde se generó una experiencia industrial de primer orden, que ha quedado en el subconsciente de los cacereños, ya que la mayoría se refiere a esta zona no como el barrio de Aldea Moret sino como el barrio de Las Minas», afirma el historiador Fernando Jiménez Berrocal, que es coautor del libro 'La vida minera de Aldea Moret', junto al ingeniero Francisco García Moya y el historiador de arte Juan Carlos Martín Borreguero.
Los vecinos de Las Minas quieren conocer su historia y por eso llenaron a las siete de la tarde de ayer la sede social de Santa Lucía, en donde la alcaldesa Carmen Heras presentó el libro, que edita el Ayuntamiento a través de la Concejalía de Innovación y e-Gobierno.
'La vida minera de Aldea Moret' supone tres años de trabajo de los autores, que relatan la historia minera de Cáceres que duró desde 1864 a 1960, y que según recalca Jiménez Berrocal, supuso la mayor experiencia industrial de Extremadura y trajo el tren a esta ciudad. «Cáceres tiene ferrocarril - señala -, gracias a la minería, porque la empresa minera necesita del ferrocarril para trasladar la fosforita al puerto de Lisboa. Antes se llevaba en carros de Cáceres a Mérida y en Mérida se llevaba a Lisboa. Eso suponía que el transporte duplicaba el precio del material. El tren se ubica en la misma cuenca minera».
Berrocal destaca que la llegada del ferrocarril fue un hecho muy importante en el desarrollo de la ciudad de Cáceres y en su mentalidad, «fue abrir una ventana al exterior. Por primera vez la prensa de Madrid se podía leer en Cáceres en el mismo día y no como antes de 1881, que tardaba cuatro días en llegar. Antes había una diligencia que tardaba de 3 a 4 días. Con el tren vienen las ideas y las modas y más teatro, con más compañías».
La importancia de estas minas de fosforita se ve claramente, al conocer que llegó a tener hasta 600 trabajadores, entre jefes (los ingenieros), empleados (en las oficinas) y mineros (bombistas, barreneros, picadores.). La mayoría de los mineros y empleados eran gente de ambiente rural, que procedían de los pueblos de los alrededores, y pasaban de ser jornaleros a ser empleados de una compañía minera.
La historia minera de Cáceres termina en 1960 con el cierre de la mina La Abundancia, pero el declibe se inició a partir del año 1950 al entrar en el mercado los fosfatos del Magreb que se conseguían a cielo abierto y eran más baratos.
Los autores hacen hincapié en la estructura del poblado minero, que se realiza a la imitación de una ciudad jardín, cada casa con una zona verde. Aquí había piscina (para los jefes y sus familias), cine, economato, escuela, y una iglesia que aún existe.
Berrocal se lamenta que una vez que vino el declive se olvidó su importancia, «como si la ciudad se quisiera olvidar de su pasado». Para él es importante que no se destruyan más los restos que quedan de ese pasado minero. «El poblado lo adquirió la Junta de Extremadura y se pretende que sea declarado Bien de Interés Cultural, con lo que pensamos que está prácticamente a salvo, cosa que no podíamos decir antes».
El libro tiene gran cantidad de fotografías y planos, y recoge testimonios orales de gente que ha trabajado en las minas.
El Ayuntamiento repartirá 'La vida minera en Aldea Moret' en casas de cultura y sedes sociales, y se puede conseguir en el edificio Valhondo.  

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