
Pasados dos milenios desde que las minas de plata de la zona de Plasenzuela se explotaran, persiste en los suelos una anomalía de plomo, cinc, arsénico y cobre, atribuible a las emisiones de los hornos de calcinación de los sulfuros que se extraían en el contacto entre las masa granítica y las pizarras precámbricas (cinturón del plomo de Plasenzuela).
Se conocen anomalías geoquímicas ambientales en otras regiones, como en Groenlandia y Suiza, que son atribuidas a la minería griega y romana.