
Entre los numerosas tapas (pinchos), nos resultó llamativo uno en especial, servido en el Restaurante El Acebuche, muy cercano al parador de Zafra. No recordamos el nombre, y aunque tenía aspecto "de auténtico coprolito de dinosaurio", nos decidimos a probarlo "con mucho cuidado". Bromas aparte, estaba exquisito, pues con la apariencia de una auténtica croqueta geológica, resultaba una mezcla de sabores cremosos de lácteos y otros aromas que no acertamos a descubrir.
Sin entrar en gustos, dejando a un lado al Teniente Kojak, otra tapa engañosa y también sabrosa servida en ese mismo establecimiento, la presentación y estética de las tapas en este festival nos invita a volver otro año a seguir buscando más tapas "rocosas" en las que descubrir los sabores de hace millones de años imaginados por estos creativos chefs.