
Eran finales de los 80 y ella y sus colaboradores intentaban explicarnos que nuestra ciencia, la Geología, podía ser aplicada a temáticas tan diferentes en apariencia, como el Arte o la Arquitectura. Junto con su marido, Modesto Montoto San Miguel, inició una escuela de profesionales dedicados a las aplicaciones petrológicas de vanguardia, con métodos y técnicas totalmente novedosas hace 30 años. Yo pertenezco a esa escuela.
Espero que se le sepa reconocer su gran trabajo. Me quiero quedar con el recuerdo de su locuacidad y alegría, sin olvidar su grandísima profesionalidad en el campo de la petrofísica.
Aparecen varios enlaces con la noticia: