viernes, 14 de enero de 2011

"Quando Lisboa tremeu", de Domingos Amaral.

¡Hay que ver qué cosas encuentra uno en los Pingo Doce!
Este libro, una novela ambientada durante el fenómeno geológico fundamental del siglo XVIII, ha sido escrita por Domingos Amaral, periodista portugués, y editada por la editorial Casa das Letras en 2010. En Quando Lisboa Tremeu ("Cuando tembló Lisboa", en castellano), cuenta la ficción de un puñado de personajes durante los primeros días de noviembre de 1755, cuando uno de los mayores terremotos conocidos de la historia asoló la capital portuguesa.
Hoy se sabe que el seismo afectó al resto de la Península Ibérica, aunque en menor medida. Conocidos son los daños en Andalucía y, claro, también en Extremadura (ver entrada sobre el libro de Faustino Martínez y la Catedral de Coria en este mismo blog). Y es esa la razón por la que he decidido traer en esta ocasión un comentario sobre esta novela histórica.
Amaral cuenta la historia de varios personajes, del pueblo llano, algunos de la política y otros de la Iglesia: Margarida, Santamaria, Filipe, Gold o Sebastião José de Carvalho e Melo son algunos de los nombres propios que aderezan el cuento, un cruce de caminos en aquel fatídico momento, cuando las fuerzas de la madre Naturaleza demostraron a los humanos cuan frágiles son sus ciudades y sus sociedades. Narra Amaral una interesante visión de los hechos causados por las fuerzas telúricas, los temblores y sus réplicas, además de los derrumbamientos, los fuegos, el hambre, el saqueo, las violaciones y toda una suerte de posturas humanas diferentes ante las calamidades. Todo ello muy bien podría haber sido posible en aquellos años en que la Inquisición todavía mantenía la Fe (su Fe) con mano dura, cuando los Jesuítas estaban a punto de ser expulsados de Portugal y la política imperante era el Despotismo Ilustrado.
Un personaje sobresale entre todos, Santamaria o Filipe Asunçao, el marinero convertido en pirata por fuerza del destino y oscuras razones de Estado, que da con sus huesos en la cárcel do Limoeiro. Alrededor de él gira toda la trama. De hecho, es quien narra la historia en primera persona. Santamaria sobrevive no solo al poderío de la Naturaleza, sino al de o Carvalhão, el primer ministro del rey José I. Nuestro pirata es una especie de Alatriste, pero sin el apoyo de la Nobleza. El autor deja abierta la puerta a la duda de si la Justicia cae sobre quienes debe realmente. Amaral cree que sí, demostrándonoslo en numerosos pasajes, entre los que destaco los enfrentamientos entre el gigante Cão Negro y Santamaria. Sin embargo, no siempre la impartición de justicia recae sobre los más justos y esa idea es también interesante, pues fideliza el concepto que tiene el autor de la política despótica de la época, fundamentada en un orden férreo, la moralidad de la Iglesia o el odio a los Españoles.
Dejo para el final de esta recensión el poder del amor. El amor, tanto fraternal como filial, así como carnal, está presente en toda la novela y es el motor de su avance y desenlace, haciéndola en cierta manera inconclusa, pues no se sabe qué ocurrirá con los personajes a partir de ese momento, lo que crea en el lector un cierto vacío, algo anormal para una simple novela de aventuras. A pesar de ello, me hubiera gustado ser el autor de esta entretenida historia, aunque habiéndola ambientado en Extremadura, donde se sabe que también se sintió (y sufrió) el terremoto de Lisboa.
Nota: No he podido esperar más a que me dieran permiso los de la editorial para editar la portada. Así que, dado que no han contestado después de dos semanas de espera, he decidido poner la imagen del separador de páginas, que no tiene copyright.

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