Este trabajo, de 1850, constituye un clásico de las ediciones geológicas españolas.
Con la prosa científico-literaria que luego seguirían los científicos de la generación del 98 (Eduardo Hernández-Pacheco y compañía), resulta un placer leer las descripciones geológicas, independientemente del avance de los conocimientos en algunas disciplinas o la nomenclatura, que ha evolucionado.
Rocas, terrenos, criaderos minerales y cortes geológicos son los cuatro capítulos en que se divide la segunda parte de este libro.
Con la prosa científico-literaria que luego seguirían los científicos de la generación del 98 (Eduardo Hernández-Pacheco y compañía), resulta un placer leer las descripciones geológicas, independientemente del avance de los conocimientos en algunas disciplinas o la nomenclatura, que ha evolucionado.
Rocas, terrenos, criaderos minerales y cortes geológicos son los cuatro capítulos en que se divide la segunda parte de este libro.
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