Noticia publicada ayer en el noticiero digital Hoy.es (http://www.hoy.es/v/20120918/plasencia/balneario-olvidado-plasencia-20120918.html), que transcribo:
Aprovecho para recordar que ya publicamos un post sobre un libro que habla de estas aguas placentinas: http://geologiaextremadura.blogspot.com.es/2011/05/agua-minero-medicinal-de-valdelazura.html.Así se le conoce. Y así figura en los estudios, mapas sobre aguas subterráneas e inventarios de la Administración. El “balneario de Valdelazura”. Lleva décadas sin uso. Situado en el término de Plasencia, asomado a la vega del Jerte, ya cercano a Carcaboso, está próximo a la calzada romana Vía de la Plata, que cruzaba el río por el puente de la Guinea, próximo a la casa de la finca San Pedrillo.En la cercana Las Alturas de Abajo se conserva el conjunto que acogió el pequeño balneario a principios del XX. Un edificio principal y otro pequeño poligonal, en el jardín, rematado por cubierta de zinc en pináculo que guarda el venero. Su presencia entre palmeras y otros árboles recuerda los días de esplendor, cuando las elegantes botellas con el agua de Valdelazura cosechaban premios en exposiciones de media Europa y llegaba a las mesas de los más distinguidos restaurantes de España.El edificio del manantial está en la pequeña estancia citada, de paredes alicatadas. Al venero se accede bajando por unas escaleras a ambos lados que llevan al suelo bajo el que mana el agua. Para su aprovechamiento se hicieron distintas aberturas. El agua surgida era conducida aun depósito cubierto, desde donde se embotellaba.Esta fuente de agua minero medicinal ya la utilizaron los romanos, como delatan restos arqueológicos hallados. Caso de una ara votiva a la deidad Salus, estudiada por Salvadora Haba y Victoria Rodrigo, o los de una villa localizados en las inmediaciones. Olvidado durante siglos, lugareños cercanos redescubrieron las propiedades del manantial de Valdelazura, como en tantos otros casos, después de ver cómo sus aguas ejercían una especial atracción para los animales.Situado en una finca propiedad de la placentina familia Vera hasta 1926, y de los Delgado después, es el bejarano Ángel Galindo Paíno, médico y yerno de Ramona Vera, quien vio el potencial curativo de las aguas. También las posibilidades comerciales de negocio. La acomodada situación de los propietarios le permite hacer frente al reto. Durante 15 años.En 1910, Galindo consigue la declaración de utilidad pública y reconocimiento minero medicinal, por Real Decreto de 26 de diciembre, «después de un laudatorio y unánime informe del Real Consejo de Sanidad», como el promotor deja constancia en el librito que edita ese año para dar a conocer las bondades de las aguas de Valdelazura. Resumía en él la completa “memoria, estudio y análisis físico-químico, bacteriológico, micrográfico biológico y terapéutico” que realizan los doctores Rodríguez Pinilla, Giral y Angoso para avalar la comercialización de las aguas.No fueron los únicos que las analizaron. El propio Ramón y Cajal también se encargó de estudiarlas. «Estas notabilísimas aguas han sido analizadas por el sabio hietólogo Excmo. Sr. Dr. D. Santiago Ramón y Cajal, el cual las reputa de una pureza absoluta», señalaba Galindo en la citada obra de 1910.En ella, también divulgaba los premios extraordinarios, medallas y cruces de oro, diplomas y otras altas distinciones conseguidas, entre otras, en exposiciones internacionales de Génova, París, Londres, Roma, Nápoles, Amberes o hasta Buenos Aires con sus «excelentes aguas».En el expediente de utilidad pública, instruido en 1910, se deja constancia del caudal de 720 litros a la hora y que manaban a 19,5 grados. «Deben declararse de utilidad pública, precisa el decreto, usándose en un establecimiento balneario en bebida, pulverizaciones y duchas», así como que para cuando se construya, se fije la temporada oficial en los periodos de 1 de abril a 15 de junio y de 1 de septiembre a 15 de noviembre cada año».'El artritismo no existe bebiendo el agua de Valdelazura, la más rica en litina'. Es el texto de uno de los continuos anuncios que le diario ABC, ediciones de Madrid y Sevilla, publicó entre 1910 y 1936, para promocionarlas. Las propiedades curativas eran publicitadas sin cortapisa. “Valdelazura, sin rival en la mesa, puras, gusto delicado, cura siempre dando vida nueva a estómago, hígado, riñones, artritismo. Farmacias y restaurants”. “Valdelazura, agua de mesa antidiabética e insubstituible en las afecciones del tubo digestivo”. “Enfermos del estómago, hígado y riñones, aliviados con una sola botella de agua Valdelazura”.A la inversión en prensa para promocionar el agua “más litínica y azoada del mundo en su clase”, sumó Ángel Galindo sus desvelos por crear una red comercial. Y la pretendida efectividad de almorzar en restaurantes y pedir el agua para promoverla no se vio compensada por el coste de tan personal estrategia. «En Plasencia se decía que Valdelazura arruinó a doña Ramona Vera», declara un nonagenario que se trató con la familia. Además, apunta, de lo fluctuante de manantial que resultó no tener caudal suficiente.Fallecido Ángel Galindo, su viuda figura como titular de las aguas minerales en la matrícula de la contribución industrial en 1923/24, por las que pagaba 120,13 pesetas. Poco más permanecen finca y negocio en manos de los Vera. En 1926, la familia vende ambos a su pariente Buenaventura Delgado Gregorio. En el padrón de 1928 aparece ya como titular de la contribución industrial. Casado con Amalia Galindo, el parentesco entre Delgados y Veras arranca con el enlace de Ángel Delgado de la Calle y María Vera, mediado el XIX.Desde 1926, Las Alturas de Abajo permanece en la familia Delgado. Ventura Delgado Gregorio mantuvo la explotación durante años. Los anuncios en ABC hasta 1936 lo demuestran. Tras la Guerra Civil, sigue pagando contribución industrial por aguas minerales hasta 1942, último año en que aparece en el padrón municipal. En ese cotizó 575 pesetas. Por dificultades económicas la explotación cesó en 1943.70 años después de la aventura empresarial Valdelazura es un balneario inactivo. En el olvido. Hoy residencia privada de la finca. La propiedad aún guarda diplomas, documentación y recuerdos de estas aguas “bicarbonatadas-sódicas-litínicas”, que fueron tan recomendadas para el estómago, riñón, hígado y la artritis.
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