En el primer número de la revista GEA, de octubre de 1962, Carlos Palomo plasmó en una página sus impresiones sobre un encuentro que en Alcuéscar tuvieron él y su compañero, José G. González, con el insigne Eduardo Hernández-Pacheco.
Han pasado muchos años desde aquella reunión, pero me alegra haber encontrado esta breve noticia, titulada "Haciendo escuela", donde el autor nos explica hasta dónde llegaba el talante de este gran geólogo y humanista, especialmente su innata capacidad divulgativa e, indirectamente, la atracción que ejercía sobre aquellos que le escuchaban, no solo hacia la Geología sino también hacia la Ciencia y la Historia.
Muy viejo, como dice Palomo, estaba ya don Eduardo (tres años después moriría en esa misma casa), pero, a pesar de ello, prestaría a esos dos jóvenes y entusuastas geólogos una clase magistral que seguro recordarían toda su vida.
No comento nada más: sencillamente, leedlo.
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